Editorial: ¡UNGAWA!

(Jean Jacques Rosseau, El contrato social)
Algo debe haber hecho bien Edgar Rice Burroughs para que un personaje como Tarzan siga resonando dentro del público a casi cien años de su publicación original y después de una explotación del personaje que debería haberlo agotado ya hace tiempo. Sospecho que el mito del Buen Salvaje, del tipo criado por las fieras y no contaminado en su educación por la civilización (con lo que sería de alguna manera más puro) todavía pega mucho en nuestra cultura. O tal vez sea que a la gente le gusta la violencia y erotismo reprimido (y no tanto a veces) que está subyacente en la historia. O les gustará creerse eso que un tipo blanco criado en medio del Africa puede sobreponerse a gente inferior (léase bestias salvajes, negritos y cosas así) todavía hace fuera en un mundo donde la xenofoia y el chauvinismo no solo no se van sino que vuelven cada tanto con demasiadas ganas para mi gusto. O será que a la gente le gustan las aventuras exóticas, fuera de lo cotidiano, en las que Burroughs
Pero, en lo particular, lo que más me ha asombrado de Tarzan es la capacidad de generar infinidad de clones que mas o menos han calcado el modelo original con mayor o menor recato. Teniendo en cuenta que el modelo del personaje es tan específico, no deja de asombrarme la cantidad de copias que ha habido en todo este tiempo. De hecho, lo que comenzó como un pequeño buceo que serviría para darle un color temático para reseñar algunas novelas del Hombre mono y de Bomba le Niño de la selva se ha ido transformando con el tiempo en un juggernaut de proporciones mastodónticasque cada vez me apabulla más. Por eso, desde ya voy avisando: a lo mejor, el ¡UNGAWA! Month se extiende más allá de los treinta días, que no por cumplir un cronograma me voy yo a descerebrar o a dejar de lado material interesante.
El plato fuerte de este mes va a ser la sección Colgados de las lianas, donde voy a reseñar por orden alfabético a todos los tarzanidas (sean hombres o sean mujeres) que haya encontrado. Hay una nota sobre Mizomba y Mawa, Tarzanes made in Chile, hecha por el amigo y gran investigador de la historieta chilena Cristian Diaz (les recomiendo su historia de la historieta chilena que está publicándose por partes en la Revista Latinoamericana de Estudios sobre la Historieta, que es un material exhaustivo sobre la evolución del comic de ese país). Tambien se viene una nota larga sobre Bomba, el Niño de la Selva, tal vez el clon de Tarzan más conocido por los lectores argentinos (y que guarda un lugar especial en mi corazón, porque suyas fueron de las primeras novelas que leí), otra sobre Sheena, Reina de la selva, un artículo sobre Tarzán rescatado de un antiguo libro sobre el Hombre Mono, varias antiguas historietas completas de seudos Tarzanes y muchas cosas mas que por ahora prefiero callar.
Eso sí: no van a encontrar mucho material sobre los los Tarzanes (y sus clones) fílmicos. Hay dos motivos para ello: uno que nunca me he metido con el cine porque hay mucha gente hablando de ello y dos (y ese es el mas importante) porque sumergirme en eso (y no es que no lo pensara) sería algo excesivo. Y créanme, en algún momento quiero dejar de pensar en tipos y tipas que andan vestidos con pieles de leopardo en medio de la jungla y volver a escribir sobre otras cosas
Para terminar agradezco a Cristian Diaz, Hernán Ostuni y Juri Nummelin por su colaboración en este trabajo. Y realmente espero tener bastantes comentarios sobre estos post que se vienen. ¡Así que, a escribirme, tíos!
Damas y caballeros, con ustedes, los nobles salvajes...
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